Entradas
Siente la Presencia Viva de Dios
9:07 Posted In Reflexiones y Meditaciones Edit This 0 Comments »
Esta es una reflexión personal. No pretende convencer a nadie de que los ángeles existen o si cumplen alguna misión, simplemente es un relato verídico. Recientemente tuve una dificultad mínima si lo analizo ahora, el día anterior al problema había leído un libro sobre el Arcángel Uriel en el cual se indicaba que los seres humanos solo tenemos que clamar al cielo y pedir ayuda, de modo que los ángeles vengan en nuestro auxilio. Recordé esto y para resolver mi situación, clamé a Dios que enviara a sus ángeles para que me ayudaran y mostraran el camino que debía seguir para resolver la situación.
Que dicotomía la de nosotros los seres humanos...pedimos ayuda a Dios y le encargamos nuestros problemas, pero pretendemos resolverlos a nuestro tiempo y como nosotros queremos y no dejamos obrar al Señor. Aún sabiendo que le había pedido al Señor que él me resolviera el asunto, seguía haciendo otras gestiones. Llegué a mi casa y asunto no estaba resuelto, sentí ira, pero sé que es la ira que emana del temor. Simplemente aunque le entregué mi problema al Señor, no confié en que el problema estaría resuelto.
Cuando me olvidé de eso y comencé a realizar otras cosas en mi casa, no habían pasado ni cinco minutos cuando todo ya estaba resuelto. Es decir, cuando me olvidé del problema y dejé al Señor actuar fue cuando se resolvió el mismo. Aprendí una gran lección de vida. Ahora entiendo porque constantemente nos dicen que lo que tenemos que tener es la fe de un pequeño grano de mostaza.
Pues desde ese momento descubrí porque como seres humanos fallamos, que es lo que debo hacer para recuperar mi fe. Ahora solo sé que estoy resuelta a convertirme en ese grano de mostaza, a confiar que todo aquello que entregue al Señor está bajo el ala del Padre y sobre ello no preocuparme más. Una amiga me enseño que tenemos que ser un poco más como los niños que a pesar de estar al pie del escalón más alto no se preocupan si se van a caer o a hacer daño, simplemente extienden sus brazos al padre o a la madre y se abandonan, confiando plenamente en estos, de que no los dejaran caer o hacerse daño. Tenemos que ser como los niños para ir al cielo, eso dice la canción. Esta es una gran verdad. Seamos niños de corazón, otra vez. Voy a usar la frase de mi hijo que es mi favorita, vamos todos a tener "ojos de fe".
¡Sean todos bendecidos!
0 comentarios:
Publicar un comentario